Y te quiero. Te quiero cuando los lunes te levantas a las seis de la mañana. Te quiero cuando me miras con tu cara recién lavada, cuando me das esos besos de despedida que me dicen que no te volveré a ver más durante la semana.
Y me gusta. Me gustas cuando sonríes, cuando pensando te quedas sin decir nada. Me gustas porque te acurrucas en el fondo de mi alma, porque te escondes entre mis cosas, porque nunca estás cansado de quererme, de soñar despierto apoyado en el quicio de la ventana. Me gustas a todas horas, y al igual que cuando callas, me gusta cuando tu voz susurra esas etéreas palabras, a veces inexplicables, a veces tan simples y llanas.
No te pediré que me quieras cuando por mí no sientas nada. No te pediré que te quedes cuando hayas abierto las alas. Pero no te vayas. No te vayas porque no sé que haré cuando sin ti no me quede nada, cuando te vaya a mirar y no me encuentre tu mirada, esa que muestras cuando te enfadas, o esa otra, cuando no miras nada.
Mi vida es toda un sueño, mi sueño es tu mirada. En ella encuentro ilusiones que brillan, como la noche constelada.
Y me meces entre caricias,
y me acunas, como la vela acuna la llama.
Y te quiero, como al sol quiere la luna.
Y me gustas, como a la noche la mañana.