Si no rompo una lanza en tu nombre
y no cargo sobre mi pecho tu tristeza
y dejo romper tus alas
esparto bajo tus rodillas.
Si dejo que pierdas el norte
Rompe los pasos que nos separan
alza la espada
el hierro pesado en mi cabeza
y deja que caiga
feroz, impasible
sobre mi ciega inocencia.
Sólo así veré de cerca
aun con la cabeza cortada
el grito sordo
de tus labios.