Querida Inspiración,
hace tanto tiempo que no tratamos que a veces pienso que te has olvidado de mí. Lo sé, no te culpo de nada, quizás esta cabecita loca ha tenido poco tiempo para cultivar tu amistad últimamente.
Te escribo para saber si tu velero navega en playas lejanas o has naufragado en alguna isla desierta de la cual no ansías volver...
Recordaba el otro día, mientras veía pasar nubes blancas, cómo te presentabas antes en mi vida sin avisar. Tu presencia en los lugares más insospechados hacia de los días una aventura.
Desprovista del apunte necesario estando en alta mar, intentaba mantener tu presencia hasta avistar tierra y poder tomar el apunte de mis conversaciones contigo. Frecuentemente eran en vano mis esfuerzos y no niego que la memoria no se aliaba conmigo, por lo que tenia que esperar a verte nuevamente en tierra.
Hoy te escribo para decirte que añoro tu presencia. No te fuerzo a volver a verme pero sé que algo te acordarás de mí. Miraré las estrellas esta noche, esas que compartíamos hasta lucir el alba, y esperaré en la calma volvernos a ver.
Estimada amiga, espero compartir contigo las palabras voladas, los tornados de pensamientos y las luces del faro que nos iluminaba ayer.