Por verter en un cuenco mis ilusiones
y trazar en tu pelo la línea del mundo
y robarte un mordisquito del espíritu
encendido o apagado de tu Navidad.
Por traerte un anhelo vespertino
a los días que quieres que marchen
o permanezcan por siempre jamás.
Por acompañarme en estos versos
te deseo, como cada día, felicidad.